La casa Guzmán
Sí teníamos dudas sobre lo que pasa con nuestra profesión en España, la tragedia de la casa Guzmán lo ilustra perfectamente. No gustamos, no gustamos ni a nuestros hijos. No dejo de preguntarme si el niño que miraba ilusionado desde el hueco en esquina sin pilar, el niño que era niño en el 72, como yo lo era, quizá de mi edad, el niño que tenía una ventana que hoy no cumpliría el CTE, no será hoy el propietario harto de arquitectura moderna que, quizá con saña, con hastío de diseño, perfección y belleza, de visitas de curiosos y pesados con cámaras de fotos, hablando todos en pretérito imperfecto y diciendo hueco rasgado y cubierta, ha tirado abajo el edificio que muchos hubiésemos querido que fuese albergue de nuestros recuerdos.