Dólar

Mientras esperaba a que me recogiese Nerea para ir a ver Dallas Buyers Club en los Florida, me he tomado un café (excelente) en el Dólar. No había nadie y he mirado hacia la puerta.
He mirado un rato largo hacia la puerta. Excepto por la publicidad pegada de Barón Rojo y la caca de perro, es con seguridad una foto de 2014. No hay salto alguno entre el suelo que yo piso con mi pié derecho (el izquierdo está en la barra del taburete) y la fachada de enfrente. Los bordillos han desaparecido. También queda claro que en el dominio público ha desaparecido la piedra. La última, una caliza negra probablemente de Markina, es la la entrada al bar. Los bolardos son inequívocos (aunque en el cine nos salgan de vez en cuando en el París de la revolución). Ya no hay bordillo y el agua va canalizada bajo la ranura entre los adoquines prefabricados. El taburete en el exterior indica que la fotografía ha sido sacada con posterioridad a la ley antitabaco. En todo caso me gustaba más la acera asfaltada, como todavía está en mi calle.
Cierto, la pegatina de la guía Michelin de 2014 también es un dato inequívoco.

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