Paseo del Prado 30
Había una vez un edificio callado, tranquilo, de razonable buena factura. Se levantaba en un barrio donde los turistas eran mayoría y gustaban de observar joyas de la arquitectura, algunas de las cuales, a su vez, contenían joyas de la pintura. Aquellos visitantes pasaban junto a él y no lo miraban. Pero a él no le importaba, tampoco era feo y los que eran sus usuarios habituales disfrutaban de él, de sus buenas hechuras.
Hace cuatro días que nuestro edificio no duerme. Es cierto que, no hará ocho meses, unos señores con aspecto muy profesional lo fotografiaron y midieron. No quiso hacerse ilusiones. Una antigua amiga, que vivía una manzana más al sur, había sido reformada para centro cultural y ahora lucía cientos de visitantes, además de una preciosa fachada vegetal. Suponía él que, en su caso, tan sólo sería una reforma para mejorar su aislamiento térmico, que reformarían los acabados y mejorarían las instalaciones. Quizá un aula magna o un salón de mayores proporciones le alegrase la vida una vez a la semana con la presentación de un libro. Pero no fue así, en su caso, la noticia era la peor noticia que podía recibir un inmueble. No podía entenderlo. Él, un edificio formal y de buena familia, que nunca había estado fuera de ordenación, que siempre había respetado las ordenanzas, que jamás albergó actividades molestas o insalubres, mucho menos ilegales en sus bajos, ¡iba a ser derribado! Él que nunca había tenido patología alguna, que había cuidado sus cuartos húmedos para evitar hasta el más mínimo hundimiento o asiento diferencial.
Desde entonces, yo tampoco duermo tranquilo. No quiero juzgar lo que se va a hacer en ese lugar, igual me da que sea un museo o un casino de Eurovegas; sólo quiero enseñaros la foto de quien nos va a dejar en breve, sin razón alguna. Aquí lo tenéis:
Hasta el ¿anciano? que lo contempla, cual héroe de Tiananmen, frente a frente en la foto de Maps parece lamentarse de la suerte de nuestro amigo.
¿Y por qué te van a derribar? Pues porque alguien decidió hacer un museo de arquitectura y lo quiso hacer ahí, donde estás tú. Tú, que eras arquitectura, vas a ser destruido para que otra cosa se construya en tu lugar y se llame arrogante, museo de arquitectura, asegurando ser un edificio verde, aunque tenga las manos manchadas de escombro. Ni tus muros ni tu estructura ni tus ventanas ni tus cimientos, en perfecto estado, servirán para ese nuevo uso, no se utilizarán ni como relleno del hueco que dejes. Serás trasladado a vertedero tras un concienzudo estudio de residuos y sustituido por otro objeto que quizá exija, presumido, un plan especial para no quedar fuera de ordenación. Tú desaparecerás sin que nadie te haya siquiera preguntado si querías ser tú el que albergase la colección, que alguien decidió que había de ser exhibida.
Y mientras tanto, tus compañeros de barrio, tu amiga de más al sur con su evolución de central térmica a museo, el coloso que da fachada a la Calle de Atocha, el tanto tiempo abandonado Hotel Nacional, hoy de nuevo albergando a alguno de esos turistas y con su café reconvertido en McDonalds, callan. Hasta tu vecino de enfrente, pensado para albergar plantas y bichos y hoy sede de la primera pinacoteca mundial, hasta el que fue palacio, luego banco, ahora colección privada, hasta la vertical mole del sindicato vertical, hoy ministerio de sanidad con trocitos de sindicato horizontal… todos ellos, callan. Reformados, reconvertidos, algunos casi rehechos enteros. Pero todos ellos, aún vivos y tú, ahí tan formal, sin haber hecho daño alguno, vas a ser derribado, en pleno siglo XXI, el de las 3R, el de Cradle to Cradle (tú que te habías leído ese libro ilusionado, ¿lo habrán hecho los que van a lanzar la esfera de acero contra tus limpios muros?).
Pues sí, en pleno siglo XXI, vas a ser derribado, edificio bueno, edificio correcto, edificio que podrías ser mío, en la ciudad a la que le sobran espacios. Vas a ser derribado, sólo porque alguien decidió que, lo que quiera que quieran hacer, tiene que ser donde estás tú, no en otro sitio y que, eso que quieren hacer, no puede ser en tu interior, que tú no vales para eso. La profesión que se arroga tantas veces la exclusiva del ingenio, no sabe qué hacer contigo y, como a los viejos de nuestra triste sociedad, te aparta, te esconde, te oculta, para darle paso a un joven arrogante que exhiba sus encantos en la milla de oro de la cultura. Lo siento amigo, tú no eras parte de esa cultura.
No te puedo llevar a casa conmigo, pero considera este lamento un llevarte en mi corazón.
Amigos, aquí os dejo los datos de toda esta operación y de la historia de nuestro amigo durante los últimos años.
http://www.arquitecturaviva.com/Info/News/Details/4461
Lo de «El nuevo museo se levantará en el solar —cedido por el Ayuntamiento por un plazo de 75 años— que ocupa hoy un edificio municipal abandonado con presencia de amianto y que no cumple la actual normativa de seguridad» a mí me ha dolido, no quiero que nuestro amigo lo escuche. Tanta ignominia le rompería el corazón.
Lo que publica ABC es más triste, porque parece que a nuestro amigo le preguntaron y dijo que sí, podía albergar el museo siempre que no le obligasen a forrarse de escarolas. Esperemos que la cordura imponga la alternativa 1.
http://apliweb.uned.es/comunicacion/prensa/ficheros_ver.asp?ID=7070313
aunque me creo más esto:
http://www.madridiario.es/2013/Marzo/distrito/centro/228748/museo-arquitectura-paseo-prado-emilio-ambasz-fundacion-ayuntamiento-madrid.htmlml
Lamentable. Pero, ¿qué podemos esperar de un ayuntamiento cegato, ramplón y claudicante? ¿Sensibilidad ante la historia? ¿Respeto al urbanismo? ¡Anda ya! Un "negocio" como todos los que hace: ruinoso. Total, la factura no la paga la corporación, vamos todos los madrileños a escote.