CLESA

En este blog nos hicimos eco del peligro, hoy superado, de demolición de la fábrica de Alejandro de la Sota. Finalmente el ayuntamiento protegió el inmueble y en primavera se convocó un concurso de ideas para ver qué se hacía con él. Analizamos las bases y pensamos si hacer algo. Entretanto se me pasó que, como sugería Edgar González, era una excelente oportunidad para visitar la fábrica. lástima. Tras hablar con Alberto, que me había puesto sobre la pista de la convocatoria y con algún posible socio llegamos a la misma conclusión: ¿Qué hacemos los arquitectos inventando usos para los edificios? Los arquitectos servimos para lo que servimos, pero no para hacer planes de negocio o estudios de viabilidad. Imagínense lo que ocurriría si un arquitecto decidiese el programa de una ciudad de la cultura.
200 arquitectos visitan la antigua fábrica de Clesa

Por tanto, se nos ocurrió que sólo tenía sentido acudir a este concurso con una empresa que supiese ya qué hacer con el inmueble, cómo desarrollar en él una actividad que fuese sostenible en el tiempo y, si fuese posible, que esa actividad fuese fabril. Indagamos por aquí y por allá, pregunté incluso en la corporación, pero es obvio que el asunto no es fácil. Espero que alguna de las propuestas que se presenten el 1 de octubre lleve ya incluida la solución económica. Tengo miedo de encontrarme con un contenedor más de actividades múltiples, como si no sobrasen en la ciudad, algunos mejor situados. 
De esta reflexión, tras decidir que un arquitecto, por mucho que ame al edificio, no puede dar con la solución al problema, sacamos algo positivo, una ilusión: Rehabilitemos las fábricas instalando fábricas en ellas. No se me ocurre mejor destino. Sin embargo, hasta hoy sólo hemos podido mantener nuestro patrimonio industrial con el cambio de uso: el arte en los galpones que nos muestra Arquitectura Viva este mes, semilleros de empresas en fábricas de azúcar, centros audiovisulaes en  tabacaleras, salas de exposiciones, teatros, restaurantes. Quizá la reutilización más brillante que he visitado fue el centro de alto rendimiento de San Cugat. Ahí al menos se seguía produciendo algo, atletas; siendo el uso deportivo una actividad que tiene mucho que ver con lo industrial: grandes luces, pavimentos especializados, vestuarios con recorridos higiénicos, iluminación cuidada, ventilación natural… De hecho, quien esto escribe, se ha salido de su especialización industrial raras veces y ha sido para hacer instalaciones deportivas.
No se qué será de CLESA, espero que, como hemos sugerido otras veces en estas páginas, tenga una vejez digna, no siendo ultrajada con usos indignos, manipulada hasta dejarla irreconocible, convertida en uno de esos experimentos que, bien desmontando «piedra a piedra» o incorporando organismos intrusos, hacen a veces desear su demolición.
Llegado el caso, déjese como esté, manténgase y ya le irán saliendo usos. No he visitado todavía Tabakalera en Donosti. La última vez que lo hice fue cuando se utilizó sin mayor acondicionamiento que abrir las puertas y barrer, para la exposición de Julian Schnabel. Me pareció que estaba muy bien y que era un contenedor excelente, así sin hacerle nada. 

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