Muebles, los justos
Leí que los últimos años, especialmente en el lugar donde se celebra el juicio en cuestión, se habían caracterizado por el lujo y el despilfarro. No así en la recién construida Escuela Pública de Administración de Palma, donde se celebra estos días un juicio muy sonado. Aquí ya se ve que empezaron los ahorros y la austeridad.
Da pena que un juicio tan mediático no dé para una sala como las que aparecen en cualquier película americana ambientada en villorrios del medio oeste.
El problema de esta sala y su mobiliario es serio y, lo peor de todo, no sé para qué se usará habitualmente. Si como sala de audiencias es floja, como aula es aún peor. Sólo hay que mirar la perversa disposición de columnas (los cuadrado rellenos de negro que aparecen en el plano que vemos aquí abajo):
No todos los asistentes se verán unos a otros. Quizá es una innovación de esta justicia mediática, que, en lugar de ciega, ha pasado a ser tuerta o con ojo vago. Es cierto que una malla estructural de 6 m x 6 m es razonablemente barata y permite resolver casi todos los problemas cotidianos: viviendas, oficinas, comercios pequeños… no así una sala de audiencias o una aula.
El propio dibujante ha tenido que borrar uno de los dos molestos pilares para mostrar su recreación de la sala. Eso sí, a este le han cabido en el fondo más sillas de las que son. Y ha puesto al declarante de pie, en actitud más propia de un estudio de radio de los años cuarenta.
La ubicación del declarante ha sido muy trabajada. En el pase para prensa previo al juicio apareció una mesa, ya de dimensiones ridículas, a juzgar por el tamaño de algunos de acusados.
En todo caso, esa mesa fue sustituida a la hora de la verdad por otra igualmente exigua y, además sin protección delantera, de modo que todo el tribunal pueda observar las piernas y pies de los que allí se sientan. En escuelas de aldea he visto mesas mejores. No entro en modelo y color. Es sencillamente sórdida (como todo lo que vamos a ver en este artículo).
Si hay algo inadmisible en una sala de audiencias es que veamos las piernas y enseres de los asistentes. El faldón de la mesa es fundamental que llegue hasta el suelo o arranque de él. No es digno que los acusados nos muestren sus bolsos, mochilas, medias, zapatos, calcetines caídos. Pero es que los abogados no salen mejor parados:
Está protegido por un falso laminado el lugar de los magistrados. Eso sí, con un escudo partido, cuya sentido simbólico desconozco. Encaramado a un no menos lamentable altillo con un enchufes a un lado, que no en el eje de tan barroca composición, por lo que pueda ser necesario conectar, quizá los monitores con ruedas que ilustran las pruebas audiovisuales.
La condena que reciba cada uno será la que sea, pero habría que reducirla un poco, puesto que ya han sufrido todos el castigo, en el país de los velódromos millonarios, de haber sido sentados, hombro con hombro, sin protección alguna, en semejantes sillas de lamentables tapizados. No hay delito que merezca tamaña pena:
Señores de la Audiencia de Palma, cuando monten salas, pregunten a algún partido emergente, que de esto sí que saben.