Roma

Una semana en Roma, habiendo fuentes que calmen el calor, no sienta mal a nadie. Había que ir con los niños:

y si algo caracteriza Roma son sus fuentes para beber… y beber el café de Santo Eustachio, http://www.santeustachioilcaffe.it/ , hoy quizá demasiado globalizado.

Por Roma paseo como por casa. Eso se lo debo a Bernardo Yzenga, que nos enseñaba a entender las ciudades en aquellas clases en que dibuja en la pizarra una ciudad cada miércoles con una tiza en la mano y en la otra un cigarro con dos centímetros imposibles de ceniza que nunca caían.

Hemos hecho algo fast tourism  en el Vaticano, donde nos hemos sentido parte del rebaño:

Si hay un modo de perder la sensación del espacio, del proyecto original de los patios del Belvedere, de las estancias de Rafael, es la masiva visita de los Museos Vaticanos. Nunca más. Al menos pudimos ver el suelo de la Capilla Sixtina:
Mientras observaba este magnífico pavimento, no pude evitar escuchar algo así:
«mira, le pusieron una servilleta para tapar el miembro» ¿¡!? Ha llegado el momento de prohibir la entrada a museos a según quién.
Menos mal que siempre se puede un relajar en San Pietro in Montorio, sin pagar un euro…
… en Santa Maria della Pace…

…una horita en en el Panteón, o mil, si se pudiese…

… y más horas ante el muro de contención del Coliseo…

Sorprendido me ha dejado la elaboradísima intervención en el Mercado de Trajano. Sofisticada para mi gusto. Un exceso.

En todo caso, ahí está el Teatro Marcello y la puerta que aguanta a su lado, que nos marca el camino de lo que será nuestro futuro como profesión, arquitectura 3r total: 

San Carlino, también pidió una visita
Bueno el interior del Maxxi, no sé como museo, sólo estuve en el vestíbulo. El exterior no merece la visita

Pero, habiéndo llegado hasta allí, dio para revistar el Palazetto de Nervi. Eso sí valió la pena

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